DIALOGO CON EL SENADOR DANIEL FILMUS, MIEMBRO DE LA COMISION DE MEDIO AMBIENTE DEL SENADO (Página 12)

El jinete hipotético es muy sensible a los problemas ambientales y por eso se interesó por la ley de residuos eléctricos y electrónicos aprobada por unanimidad en el Senado y por la próxima ley de envases

–Uno de los problemas ambientales más serios es el reciclado de ciertos productos como las pilas.

–El desarrollo tecnológico de los últimos años ha traído un problema completamente nuevo para nuestras sociedades, que es la cantidad de residuos eléctricos y electrónicos, fundamentalmente en las sociedades urbanas, donde la reposición, la modernización y la actualización de todos los bienes tecnológicos tienen hoy en día una rapidez sin precedentes en la historia de la humanidad. Para que tengamos alguna dimensión del asunto estamos hablando de un millón de teléfonos celulares por año en Argentina. Cuando uno piensa en la renovación que hay en estos momentos del parque informático, también es enorme. Por supuesto que el tema de las pilas es un tema tradicional e histórico, que aunque data de más tiempo exige una mirada de sustentabilidad ambiental y económica. Por eso la Unión Europea se ocupa de resolver qué tratamiento darle a los residuos electrónicos, porque muchos de ellos necesitan un tratamiento muy especializado.

–¿Qué se hace con esos residuos?

–Lo que se calcula es que hay un 30 por ciento que se puede utilizar en el ahorro de materia prima. Entonces para el tratamiento de los residuos hay que tener en cuenta, en primer lugar, el ahorro de materias primas y la sustentabilidad ambiental. En segundo lugar, el tratamiento de los productos tóxicos que tienen. Cuando nosotros tiramos las pilas junto con cualquier otro producto en el tacho de basura de nuestras casas estamos garantizando que eso va a perdurar en la tierra por los siglos de los siglos. Eso no está siendo tratado en Argentina y es una bomba de tiempo. Y hay un tercer aspecto, que tiene que ver con la cantidad de toneladas que tenemos de basura. Como todos sabemos, Argentina no ha desarrollado técnicas de tratamiento de residuos que permitan tener alternativas sustentables. En este aspecto, tenemos para un par de años más del Ceamse. Pero a medida que se van sublevando las poblaciones que no quieren tener basurales a cielo abierto, las únicas alternativas que quedan son las tierras públicas (como por ejemplo Campo de Mayo), donde se puede paliar el problema por un tiempo. Pero ésta no puede ser la solución

–La solución tiene que provenir del lado científico-tecnológico.

–Claro. Hay que tener en cuenta que las ideas más modernas, que se están desarrollando en Canadá, EE.UU. y Europa, consideran que el productor es el responsable del producto hasta su deposición final. Esto implica que hay que crear alguna organización a nivel nacional, que nosotros la estamos planteando, que tenga tres o cuatro tareas fundamentales. Una es recaudar los fondos a partir del cobro de una pequeña cuota por cada uno de los productos eléctricos y electrónicos, para conformar un mecanismo de reciclado. Esto al mismo tiempo tiene una parte educativa de difusión frente a la sociedad y una parte de desarrollo científico-tecnológico. Por supuesto que no es menor la incentivación de la creación de cooperativas y pymes para poder realizar el trabajo de reciclado (en los casos en que se pueda). Hay otra cuestión fundamental, que planteaban leyes como la de “Basura cero” de la ciudad de Buenos Aires, que implica que los países se proponen bajar mucho la cantidad de residuos. Eso se hace, por un lado, mediante la clasificación de residuos en las casas. Hoy en día, nosotros tenemos en la ciudad de Buenos Aires containers en la puerta de nuestras casas, pero tiramos cualquier cosa en cualquier container, con lo cual obligamos a que el cartonero haga un trabajo que deberíamos hacer nosotros en nuestra casa: la separación de la basura de acuerdo con su tipo. El cartonero, por supuesto, no debería trabajar como cartonero, sino en una empresa de reciclado: saldría de este modo del trabajo en la calle, en general explotado por un mayorista, y pasaría a conformar cooperativas o pymes.

–¿Tenemos tecnologías para hacer estas cosas?

–Argentina es uno de los países más atrasados en este tema. Hay muy poquitas empresas de base tecnológica que se dedican al reciclado. Por supuesto que hay un reciclado “social”, a través de ONG, por ejemplo. Pero eso no alcanza.

–¿Y no hay grupos científicos en el INTI, por ejemplo, que se estén dedicando a este tema?

–Sí. El INTI participó y fue uno de los que elaboró esta ley. Es difícil de implementar, pero muy importante. Es interesante, porque el canon que en Europa cada empresa tiene que pagar para asegurar el reciclado final está vinculado con la cantidad de material de deshecho. Cuanto más material pasible de ser reciclado coloque la empresa en el producto, más barato va a ser el canon que tenga que pagar. Eso está incentivando la aparición de productos “amigables con el medio ambiente”, prácticamente 100 por ciento reciclables. Algo parecido estamos haciendo con la ley de envases. Porque el 70 por ciento de la basura son envases. Apostamos, entonces, a que el desarrollo científico tecnológico logre que se hagan productos mejores para el medio ambiente y, al mismo tiempo, que se reduzca la cantidad de materia prima no renovable que termina en la deposición final.

–¿Cómo se llama la ley?

–Ley de residuos eléctricos y electrónicos, la primera de la que le hablaba y ley de envases la segunda.

–¿En qué estado están?

–La ley de residuos eléctricos y electrónicos está a punto de ser aprobada. Ya fue aprobada en el Senado por unanimidad, incluso con acuerdo de las cámaras. Las empresas tienen dos alternativas. O bien ellas mismas se hacen cargo (por ejemplo, cuando uno pide un nuevo celular tiene que entregar el anterior) o bien se hará cargo este ente del que le estoy hablando, que va a tener a su vez circuitos diferenciales (de acuerdo al producto que haya que reciclar) que van a tener que elaborar su propio programa de reciclado. Es también este ente mixto que se crea el que va a fijar qué parte del costo del producto va a tener que ser aplicado al reciclado.

–Da la sensación de que es mejor que sean las empresas quienes se comprometan, ¿no?

–Con las grandes sí, pero con las pequeñas y medianas es más complicado. Si la empresa se hace cargo, no se le cobra ningún canon; en caso contrario, sí. Esto tiene, entonces, un desafío científico-tecnológico para resolver el asunto del reciclado de los desechos, que en Argentina está muy atrasado. Lo bueno es que muchas de las soluciones no son universales sino ad hoc, se crean para resolver el problema puntual de nuestro país. Acuérdese que cuando fue el problema de las pilas, la solución fue exportarlas a Suiza, porque era más barato mandarlas allá (donde ya tenían desarrollada la tecnología para el reciclado) que ponerse a desarrollar tecnología acá.

–¿Eso es lo que se está haciendo ahora con las pilas?

–Sí. La conclusión a la que llegó la Ciudad fue que era más barato exportarlas. Pero lo importante es que hay que desarrollar tecnologías muy aplicadas para problemáticas muy específicas. En Argentina tenemos una deuda científica en lo que tiene que ver con lo ambiental. Necesitamos darle más prioridad a estas cuestiones.

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